miércoles, 15 de julio de 2009

Te regalo una mirada

A veces pienso que todas las palabras de amor ya se han escrito. Que cualquier verso que refleje un sentimiento ya ha sido pensado anteriormente por algún poeta. Que todo lo que pueda escribirte sean ecos de sonetos pasados.

Y con estos pensamientos en mente, se hace difícil dedicarte cualquier cosa. Se hace difícil pensar algo original. Se hace difícil demostrarte las cosas.

Quizá por eso haya aprendido a darle valor a las miradas. Por eso en ocasiones he preferido mirarte a decir nada. Porque una mirada dice más que mil palabras. Porque una lágrima dice más que mil miradas.

Echo de menos tus ojos para poder decirles todo un cantar de los cantares en silencio. Recurro a las palabras esta noche para expresar aquello que no puedes ver ni sentir. Recurro a las palabras para que sean un fiel retrato de tus ojos. Y que pueda, en esta noche en la que el viento me hace echar de menos tus abrazos, bucear en tus ojos mientras mis pupilas te dice todo lo que siente.

Callada y solamente acompañada por el sonido del teclado, te regalo una mirada.

sábado, 11 de julio de 2009

Destripando la fórmula lacrimosa del celuloide

Llevo unos días con ganas de cine. Y por unas cosas u otras, no me he puesto de acuerdo con los horarios de la cartelera, así que mi mono va en aumento. Para paliar un poco los efectos, hoy pasé por la biblioteca para alquilarme una película.

Busque una de las que te sabes el título pero nunca has visto. Una de las que la gente nombra de vez en cuando y tú te sientes mal al decir que no la has visto. De esas películas que engloban las listas de indispensables para los puestos en la materia. Y allí vi a mi elegida.

Love Story, una película del año 1970 dirigida por Arthur Hiller. No sabía si era buena o si era mala, pero sí sabía dos cosas. La primera es que su banda sonora es muy conocida y tarareada por mucha gente. La segunda, que era una ñoñada. Así que no me pude resistir a alquilarla.

Ahora, minutos después de haberla visto, tengo muchas cosas que decir sobre ella.

La primera tiene que ver con la banda sonora que antes mencioné. Sí, es una melodía pegadiza, pero el hecho de que suene a estar toclada en cualquier teclado de niño de primaria le resta muchos puntos. En ocasiones sobra esa música estridente y en otras tantas (en la mayor parte de la película) molestan esos silencios.

Sobre la película en sí, tiene una trama clásica, fácil de seguir y con los ingredientes básicos de cualquier drama. Su montaje no me ha gustado: cambios de escena súbitos (con sus correspondientes cambios de sonido molestos) y escasa diferenciación del tiempo de narración.

Pero bueno, la historia en sí me ha gustado. Aunque me ha resultado un poco repetitiva. Era como ver la predecesora de Un paseo para recordar, la cinta de Adam Shankman que parece ser una versión edulcorada para los adolescentes del año 2002 de Love Story.

Pero también podríamos decir que Moulin Rouge (Baz Luhrmann, 2001) copia la fórmula de Love Story en su comienzo.

Y es que, parece que en esto del amor de celuloide, está todo inventado. Yo sólo me he retrotraido hasta el año 1970, pero seguramente me quede muchas joyas de años anteriores en el tintero. Muchas cintas que repitan la fórmula maestra del éxito en las películas románticas.

Y si todas las películas son iguales, con tramas parecidas y con los mismos desenlaces super felices o super trágicos, ¿qué es lo que le engancha al público? Que la mayoría de las mujeres acabamos llorando mientras los hombres esperan ansiosos darnos consuelo, pues ya se sabe que al sexo de Marte le emociona más ver a Jackie Chan dando patadas que la muerte de una joven que da al traste con un amor verdadero.

miércoles, 8 de julio de 2009

Nuestro reino

Nuestro reino es la noche,
y desde que no estás,
las estrellas ya no lucen
al no verte caminar.

Pero sé que estás ahí
al otro lado del cristal
donde no puedo alcanzarte
pero puedo vislumbrar
una sonrisa de complicidad.

lunes, 6 de julio de 2009

Quizá ...

Quizá no haya escrito mucho porque dedicase mucho tiempo a perderme en tu recuerdo o a recrearme con tu presencia. Quizá tus caricias me hiciesen olvidar la poesía. Quizá con tus miradas olvidase el resto de mis pensamientos. Quizá tus besos absorbiesen la materia gris de mi cerebro.

Quizá te empiece a echar de menos ...