sábado, 20 de marzo de 2010

Reflexiones tunecinas

Con desierto o sin desierto
creo estar en lo cierto
cuando digo que es honesto
vivir la vida en directo
sin tener el desconcierto
que produce ver las lanas
de una oveja degollada
colgar de cualquier balaustrada.
Esto es Túnez, musulmania,
aunque aquí no sea infamia
ir sin velo y sin vergïenza
pues cuando existe pobreza
más culto tiene el dinero.
Para ellos sólo somos
comedores de porcino
poco amantes del pepino
y que pierden la razón
con una copa de vino.
Entre camellos y dunas
nos va entrando la tontuna
y el síndrome del turista
de cámara sin carrete
que admira un minarete
sin pensar que diecisiete
son los hombres que se rifan
deleitarse con la vista
que a sus ojos se les ofrece.

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