miércoles, 11 de febrero de 2009

Castigada

No me puedo permitir el lujo de pensar en cuentos con finales felices.
Y es que tengo que aprender que no soy la Cenicienta, que mi papel en el cuento es otro.
Que no puedo ser princesa, que como mucho llego a plebeya.
Que el amor se irá con las protagonistas, pero a las secundarias nunca vendrá a buscarnos el príncipe azul.

Y será mi gran castigo.
Ver parejas felices a mi lado.
Y yo quedarme en la cama llorando por lo que no ha pasado.

2 comentarios:

Luis Cano Ruiz dijo...

Las princesas de los cuentos tienen que vivir presas de amores concertados y deberes en conserva.

Los ladrones, plebeyos, marineros o simplemente villanos -gente de las villas- somos libres de luchar por otras causas, otros amores en los que no nos ate ni el deber ni el dinero.

Amores eternos, quizá escritos en un trozo de un lienzo, pero al fin y al cabo, nuestros.

Un saludo.

p.d: ültimamente te veo desanimada.

May dijo...

Yo creo q son igual de bonitas las historias de los q stamos detras en cada cuento, de los q no somos protagonistas.
Y seguro q hay alguien está escribiendo la tuya, y seguro q la termina con un final feliz.
Muxos besos!