Cómics contra joyas

Madrid. Domingo 30 de Noviembre. Mediodía ... hora más hora menos.

Unos metros separan el Salón del Cómic del Rastrillo Nuevo Futuro.

Unos metros que parecen kilómetros de diferencias.

En los aledaños del salón del cómic, veo pasar ante mis ojos jóvenes ( y no tan jóvenes) disfrazados de sus personajes manga preferidos. Aunque no escuche sus conversaciones, me atrevo a saber de qué hablan: del último número de su manga preferido, de esa adaptación a serie de esa historia tan bien trazada sobre el papel, discusiones sobre los nuevos guionistas de moda ... Van adando, muchos en grupos, como si hubiesen quedado para ir. Un evento que llevan esperando días, quizá meses. Unos preparativos para un disfraz que lucirán un par de horas. Ilusión en sus caras.

Rastrillo. Gente -rica- en coches. Cochazos más bien. Hombres con gafas de sol y gestos inmutables. Mujeres con collares de perlas y abrigos de visón. Miradas de superioridad. Tampoco les oigo, pero seguro que sé de que hablan. "Cariño, habrá que hacer acto de presencia en el stand de Cuqui, que nos tiene que seguir invitando a su fiesta de su casa de La Moraleja". Mercedes. Gente con ropa de marca y cara de pocos amigos. Con pinta de que sólo acepten a gente como ellos, cuando quizá sean unos muertos de hambre que sólo quieren aparentar.

Dos circos. El circo del frikismo y el circo de la pijotería con máscara solidaria.

Dos disfraces.

Yo me quedo con los frikis.

Pero para gustos, la Casa de Campo.



(Realmente, yo fui al Salón del Chocolate ... pero como me disgusto y tampoco había mucho que ver, pues no comento nada)