lunes, 20 de abril de 2009

Miedo al presente

Hay días en los que añoras el pasado por sus cosas buenas y temes al futuro por no saber lo que éste deparara.

El fallo de esos días es que sólo nos damos cuenta de lo bueno que tuvimos, sin pararnos a analizar lo bueno que tenemos en el presente. He aprendido que nada es para siempre, salvo los recuerdos. Por eso, debemos disfrutar el momento, aderezarlo con buenos recuerdos, pero nunca añorarlos demasiado. Los recuerdos sólo vuelven en forma de historias, nunca como vivencias.

Al futuro no hay que temerle, ya deparará él lo que corresponda.

Vivimos rodeados de miedos. Tememos perder a la gente en vez de preocuparnos por cuidarla. Tememos perder sentimientos en vez de regarlos.

Y mientras dejamos que las plantas del amor y la amistad se sequen por falta de riego, destinamos todo el agua que les hace falta a irrigar nuestros miedos. Tristeza, soledad, celos, enfados y berrinches que se apoderan de nuestro interior mientras asistimos impasibles a los funerales que se conmemoran en honor a nuestros corazones. Unos corazones secos y llenos de lágrimas a la vez.

Rasguemos esa cortina de lágrimas, dejemos que la fuente de la vida nos quite la sequedad y centremonos en el camino que nos queda por recorrer. Nunca sabemos cuando nuestras piernas dejarán de caminar ...

2 comentarios:

Hakka dijo...

Al presente no se le tiene que tener miedo, como mucho al futuro, que anda escondido; pero el presente se ve.

Y el pasado es nuestra sombra, que no sigue siempre, y según cae el sol se va haciendo más grande

Hakka dijo...

* queria decir que nos sigue siempre...