lunes, 6 de abril de 2009

Segundo día de Canelo

Parece que en épocas de vacaciones, la inspiración y el movimiento de blogeros se apaga un poco. Pero bueno, servidora intentará que la llama de las letras no se apague en época de cirios y saetas.

Me pidieron que siguiera contando cosas del pez, y para una petición que me hacen, no la desoiré.

A los seguidores incondicionales de Canelo, a aquellos que apuestan con la vida de tan entrañable animal, a aquellos que se preocupan por su estado de vida desde cualquier punto del país ... a todos ellos les dedicó los relatos de su historia.

Canelo ya come todo lo que le echan. Nada feliz por su pecera. Te sonríe cuando le observas. Da volteretas e incluso salta, por lo que tengo que tener cuidado con tener la pecera tapada para que no salte y se escape corriendo. Su color anaranjado brilla cada día más, hasta tal punto que tiene que dormir en otra habitación para que me deje dormir.

Me encantaría que esa fuese la historia de Canelo. Pero la realidad es bien distinta.

Canelo se está convirtiendo en un pez triste. En ocasiones me siento a su lado para observarle, y el movimiento de mis pupilas es mas bien lento. Su cola está alicaída, no tiene el vigor que tenía ese 31 de marzo en que llegó a su dueño. El fondo de su vivienda está con varias escamas de comida que no ha tocado. No sé si su baja forma física es por falta de alimento, pero yo no puedo coger al pez en brazos y darle un biberón. Ayer metí en la pecera a dos amigos: un elefante y un burrito rosas. Los típicos animalillos que ponen en los cócteles de "El Pájaro Lanudo". Pero no parece que le hagan mucha compañía. Cada vez que vuelvo a casa, entró con temor en la habitación, pues nunca sé si Canelo está en las últimas o no. Ya llevo dos días con él, moviendo la pecera de vez en cuando para cerciorarme de que sigue vivo. Y sí, de momento, ahí nada.

Pues hasta aquí llegan las peripecias de Canelo. A no ser que pase algo novedoso, dudo que siga escribiendo sobre él, más que nada porque me aflige el hacerlo.

Desde aquí os mando besos de parte de Canelo, el pez con nombre de perro.

2 comentarios:

Madreñas dijo...

En esas peceras pequeñas hay que cambiar el agua cada poco, para que tenga oxígeno.
Cuando lo hagas, deja el agua en reposo y que tenga la misma temperatura que Canelo, porque el pobre se estresa.
Según mi padre, el mejor modo de conservarlo es en la nevera pero mejor hacer caso omiso de ese consejo.
Sí me acuerdo de algún consejo de para que las condiciones de Canelo puedan mejorar, te lo escribiré.
Besines!

Hakka dijo...

canelo siempre se sintió más perro que pez, y por ello actua como tal


:P