viernes, 28 de noviembre de 2008

Recuerdos de papel

Cuando encuentras a la persona con la que quieres compartir lo más especial de tu vida, ésta no se da por aludida. El primer beso ha de ser, especial para los dos, aunque el otro tenga experiencia al por mayor. Pero si en el fondo siente que lo quiere compartir con otra persona inquieta, la que lo va a recibir, o bien es porque la ama o porque es una apuesta. Y como el beso es pasión, y sin pasión no hay amor, mi primer beso ha de ser, un simple encontronón con quien menos lo desee, tan sólo para probar, si te podrás olvidar, del amor que marchará, allá lejos, donde el mar. Pero si el amor se envia, lo enviaré impaciente, mediante cartas de amor, que ni él recordará, y tú las repetirás, en tu linda cabezita, esperando su respuesta, que lenta será en llegar, porque meses tardará, en escribir una cara, en la que sólo pondrá: por aquí todo genial. Y mientras aquí estarán, mis lágrimas escondidas, en las sábanas dormidas de la ilusión ya perdida. Sábanas que no sabran, cómo hacerte parar y que dejes de llorar, en esas noches tan solas, que sin nadie pasarás. Se empieza dejando atrás, y se acaba en olvidar. Sé que él me olvidará, cuando vea a otra mujer, que le haga sentir a él lo que yo siento por él. Y para esos entonces, ¿esta vida para qué? Sin amor yo no soy nada, y si no soy, que he de ser, sino sombra gris que vaga, por aulas de simpatía y bares que quitan penas. No quiero que llegue el día, en el que le haya de olvidar, pero cuando la razón se imponga al corazón, la batalla habré perdido y como buen luchador, tendré que seguir luchando, por conquistar otro amor.

Revolviendo viejas hojas de un cuaderno. Recuperando trazos escritos en post-its amarillos. Retrocediendo al pasado un par de años. No sé exactamente cuántos ... ¿3? ¿4? ¿5? A mí me parece que ha pasado media vida. Retales de un viejo amor, quizá el primero. No correspondido, como tantos otro más. Pero no menos especial por ello. Una foto envuelta en un papel: mi cara, cortada por la vergüenza; la suya, sonriente y brillante. Recuerdos. Sólo eso. Y premoniciones sobre lo que sería mi futuro. Muchas de ellas acertadas. Es un cuaderno ajado por el paso de los años, con muchas páginas arrancadas, pero con un valor emocional incalculable. Un día de estos empezaré otro cuaderno. En el cual no ponga nada en especial, pero que se revalorize con el tiempo.

4 comentarios:

May dijo...

Adelante.
Yo lo empezé también hace 5 años esas hojas y quizás sea una de las pocas cosas de las q estoy orgulloso de haber hecho.
Y no te olvides de leerlo de vez en cuando, a veces ahi encontramos respuestas a preguntas q nos hacemos hoy, y preguntas a las que hoy sabemos responder.
Besos!

Anónimo dijo...

¿ Echando la vista atrás?

El presente...., mañana será pasado........

Lo que HOY dejas pendientes, nunca tendrá un MAÑANA y nunca tuvo un AYER.

Hasta siempre.......

Luis Cano Ruiz dijo...

Te recomiendo mejor que en vez de empezar un cuaderno - o quizás antes de hacerlo- quemes ese cuaderno que sólo te traerá recuerdos que nunca deberán ser escaparate ni de tu futuro, ni de tu presente.

Un saludo.

Unknown dijo...

Escribir un diario o plasmar los pensamientos o pequeñas chorradas cotidianas es liberador cuando lo haces y muy divertido e incluso didáctico cuando lo lees meses o años más tarde.

Yo, a comienzos del curso pasado, cuando me vine a Pucela, intenté escribir un diario (mi pereza temrinó por convertirlo en semanario, ahora ya lo he dejado) de lo que me iba pasando, de lo que me iba pareciendo toda la gente nueva que había a mi alrededor y las peripecias que iba teniendo.

El otro día lo leí... y me di cuenta de lo que uno aprende de un año para otro, de las cosas que me preocupaban hace un año y ahora sólo me hacen pensar sonriendo "qué tonto era", de los prejuicios que tenía sobre gente que ha terminado volviéndose una parte importante de mi vida aquí, de cómo dudas se convierten en certezas y otras certezas en ingenuidades...

Me lo pasé pipa releyendo esas vivencias. Muy perezoso ando últimamente como para volver a escribir lo que me va pasando ahora, quizás es mejor que se me vaya grabando en la cabeza lo que merezca la pena, y, del resto ya se encargará mi mala memoria de borrarlo de la papelera de reciclaje.

No quemes ese cuaderno, te arrepientas o no de las cosas que haya escritas en él, sin todo eso no serías quien eres ahora. Viene bien recordar de dónde vienes para hacerte una idea de por dónde deberías ir.